Icono del sitio Concentrika Medios

Los cánticos de resiliencia

Por Daniela Castro Saldaña

dcastros3@ucentral.edu.co


La música se ha convertido en uno de los motores más importantes de los movimientos sociales y ha desempeñado un papel fundamental en la lucha latinoamericana. La canción protesta, definida como “prácticas sonoras que alimentan la acción colectiva”, recopila un conjunto de inconformidades, principalmente convocadas por estudiantes, líderes sociales y habitantes de barrios populares. 

El auge de este movimiento se dio en los años 60 y 70, manteniéndose hasta la actualidad, dejando un legado que ha nutrido el espíritu revolucionario de las nuevas generaciones. En el contexto de la protesta social, la música se ha utilizado como lenguaje clave de resistencia, resiliencia y transformación social. 

A lo largo de la historia de América Latina, la música se ha desarrollado y diversificado a través de distintos géneros y ritmos como el rock, la salsa, el punk, el hip hop, entre otros, que nacen especialmente de sujetos pertenecientes a las clases obreras y de barrios populares. Las jóvenes tierras latinoamericanas han compartido un sentimiento de lucha colectiva. En este momento, vamos a recapitular algunos hechos históricos donde la canción con carácter social y sentido de protesta generaron la emancipación del pueblo. 

Según Felipe Castro Ramírez, estudiante de derecho de la Universidad Nacional y participante del estallido social en Bogotá, expresa el sentimiento que la música le generó durante la manifestación: “Sin duda, eran muchos sentimientos encontrados. Desde las distintas canciones se podía sentir la rabia y la tristeza de las personas, especialmente desde las arengas. Canciones en las cuales, al ser cantadas al unísono por miles de personas, lograban hacerse sentir. Al mismo tiempo, las personas allí no se sentían solas. Se reflejaba la unidad, y que especialmente para el estallido social no solo quedaba en las marchas, también en las casas. 

La música de las cacerolas

Por ejemplo, recuerdo mucho cómo al inicio del estallido social en Colombia en noviembre de 2019, tras una larga jornada de protestas, la noche de Bogotá fue inundada por una ola de cacerolazos en toda la ciudad. Un momento que demostró que incluso aquellos que preferían no salir por diversas razones, habían sido impactados por la brutalidad policial, haciendo que se unieran para protestar desde sus casas, haciendo ruido, y por momentos incluso cantando el himno de Colombia, haciendo música”. 

El golpe de Estado en Chile en 1973, impuesto por Augusto Pinochet, llevó al pueblo chileno a sufrir más de 15 años de dictadura, generando restricción de los derechos civiles y políticos, censura de los medios de comunicación y el asesinato, la tortura y el exilio de cualquier individuo o institución que se opusiera al gobierno autoritario. Un fuerte símbolo de lucha fue Víctor Jara, cuya música buscaba la paz del pueblo, recalcando que el derecho a la vida no es negociable. 

La canción “Derecho de vivir en paz” se convirtió en un himno de resistencia y resiliencia. “Y va a caer, y va a caer…” son arengas que buscaban manifestar el rechazo a las dictaduras. Hechos que costaron miles de vidas y desapariciones, pero que permitieron el plebiscito en 1985 que llevó nuevamente la democracia a Chile. 

Otro hito de la lucha social en Latinoamérica se dio en México. El 2 de octubre de 1968, se vivió La masacre de Tlatelolco, durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz. El 22 de julio, se presentó el primer enfrentamiento entre los granaderos (fuerza pública de México) y estudiantes, donde la fuerza bruta de la policía desató la violencia, generando posteriormente una serie de movilizaciones sociales, lideradas por los estudiantes y maestros que gritaban con fuerza 

¡Maestros sí, granaderos no!, inspirada en la canción “La Balada del Granadero”. Exigían la destitución de los granaderos que alzaron las armas contra los civiles y la indemnización para las familias afectadas. Al no recibir respuesta, se concretó el encuentro el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, donde se fusilaron a más de 300 personas y más de 60 desaparecieron. 

El estallido social del 2021 en Colombia también es un claro ejemplo de la creatividad de un pueblo indignado, que no tiene miedo de levantar la voz para exigirle a un gobierno indolente, gritando a todo pulmón “El pueblo no se rinde, carajo, el pueblo se respeta”. 

El paro nacional fue convocado por el comité constituido por organizaciones sindicales, estudiantes y trabajadores que manifestaban rechazo al famoso paquetazo Duque, que consistía en una reforma laboral, pensional y financiera, incluyendo el incumplimiento del Estado a los acuerdos de paz firmados en 2016. En estas manifestaciones se asesinaron, torturaron y desaparecieron a 379 civiles por ejercer su derecho constitucional a la protesta pacífica. 

Cánticos en manifestaciones / Tomada por Daniel Castro Saldaña

Conforme al testimonio de Felipe Castro y la breve revisión histórica, se logra determinar que la música cumple un papel fundamental en el marco de la protesta colectiva, pero es la creación de arengas las que reúnen el sentir de una sociedad consumida en el desinterés de sus dirigentes. Porque el malestar en las entrañas del pueblo se ha unificado a un solo canto por la lucha y la protección de sus derechos, el respeto a la vida y el cumplimiento de lo prometido, que hasta el día de hoy solo ha sido una falacia. 

Recuerden que pueden ampliar todo nuestro contenido en nuestras redes sociales InstagramTikTok y YouTube, además de leer todos nuestros artículos en la página de Concéntrika Medios

Artículo producto de ejercicios académicos. No es oficial de la Universidad y las afirmaciones u opiniones emitidas a través de ellos no representan necesariamente a la Institución.

Salir de la versión móvil