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Publicistas, retorcedores del mundo

“Soy publicista, soy parte de  aquellos que le hace soñar en las cosas que nunca tendrá… ¿Usted cree que yo hago al mundo mas bello?  Equivocado: yo lo retuerzo.”

Así comienza 99 francos, un filme de Jan Kounen, lanzado en el 2007 y basado en la novela de Frederick Beigbeder; donde se muestra, o para ser mas sinceros, se hace una crítica al universo de los creadores del mundo consumista de hoy. La historia gira en torno a Octave Perengo, un creativo que trabaja en una de las mejores agencias de publicidad, y se da la vida que cualquiera de nosotros quisiera llevar, pero como dice Ricardo Arjona: “polvea su nariz, anda con jeringa en los bolsillos, y viaja  con marihuana para entender la situación” de un mundo donde sus jefes lo quieren por lo que facturan sus ideas; que al final no son tan suyas sino de la droga que mete para mantenerse vivo entre esa realidad ficticia y  su confusa vida personal.

99 francos es una película donde son plasmados los efectos causados por  el mundo publicitario tanto en las víctimas del lavado de cerebro (la sociedad), como  los dueños del experimento (publicistas), visto humana y profesionalmente.

Todo esto y lo que sigue, salió a las tres de la mañana, donde publicista que se respete se inspira. Casualmente a esa hora la película se acabó, generó un efecto sobre el cerebro y este dijo; ¡ohhh!, el hombre por naturaleza es influenciable y más si se trata de alimentar su ego, así que hace lo que sea para ser superior a los demás, y es cuando se deja envolver por el consumismo (así jure a pata y mano, que no es consumista). Entonces muchos de los mortales (porque nosotros nos creemos Dios y estamos por encima del bien y del mal), compran las miles de cosas que vendemos para crear ese mundo perfecto, pero que no se dan cuenta, que nunca será tan perfecto, porque nosotros los publicistas, pinta letreros, o como nos quieran llamar, nos encargamos que no sea así, cada vez que lo reformamos, intentando recrearlo de forma diferente una y otra vez en cada campaña,  y digo intentando porque es jodido decirle al que compró algo hace dos meses, que eso ya no le sirve,  porque hay algo mejor. ( Y no es q no tengamos sentimientos).

Después de ellos, hay otros mortales, los que tienen una  vida estable y quieren comprar eso que se ofrece  para subir de estatus y aquellos que están en el estatus deseado, y adquieren lo que venden para intentar que su vida emocional sea ¨estable¨ comprando compulsivamente.

Ya en otro nivel estamos nosotros (digo Dios), los culpables de todo esto, los que diseñamos el mundo del los demás, los que muchas veces queremos huir para intentar diseñar el propio (y digo intentar, por que ser publicista es complicado y  tratar de diseñar una vida donde su mismo trabajo entra por la tv,  la radio y demás, es jodido). Nosotros  los que actuamos como una enfermedad autoinmune; en que muchas veces quisiéramos vivir fuera de un mundo consumista que cambia a la velocidad de la luz, donde cada día creamos nuevas campañas, iguales pero diferentes a las del resto para hacer que los demás mortales  compren  cosas que al final no se necesitan y logramos que hasta Dios se antoje de ellas.

Al final las víctimas del lavado de cerebro, y nosotros el resto de los mortales ( digo Dios, ahhh! A veces se me olvida),  llegamos al mismo punto donde la publicidad nos hunde en el consumismo, pero nos mantiene la chispa viva comprando cada cosa que sale en los anuncios, (eso sí, que alcance con la quincena) borrando los problemas, trayendo supuestamente felicidad durante un tiempo (2 o 3 semanas, así que eso y nada es lo mismo).

Por eso siempre he dicho que ser lavadoras de cerebros es complicado, no solo por los días seguidos sin dormir, también por la percepción que tienen de un publicista, como loco, drogo, etc. Y decir que  siempre se usa drogas para generar ideas sería una mentira pero decir que nadie las usa también es otra mentira. Sólo se puede decir que usar o no drogas en un mundo como en el que vivimos, es más un estilo de vida (no digan esto en sus casas), pero es mejor ser reconocidos por ideas propias, que por ideas de sustancias psicoactivas.

Aparte de que hablen mal, toca vender las ideas al mejor postor, quiero decir, toca aguantarse que paguen una miseria por las ideas aún sabiendo que son muy buenas, y más si uno es estudiante porque como no se tiene experiencia. Como diría el jefe: jum, malditos publicistas. Definitivamente, lavar cerebros hoy en día mediante un anuncio o algo interactivo es fácil, pero encontrar la forma de hacerlo es jodido, (estos mortales cada vez mas exigentes), gastamos la creatividad vendiendo cosas realmente inútiles.

 Ya para irme (porque es domingo y me están esperando), el cerebro que vió la película (osea el mío), dice que la verdadera publicidad es aquella que no solo vende productos que contribuyan al bienestar primario de las personas, sino que contenga mensajes que impacten su vida personal, que vendan conciencia e invite a ser mejores personas cada día. Si esto fuera así la gente compraría menos cosas inútiles y las industrias harían cosas que contribuyeran un poco más a la calidad de vida del planeta.

Toda esta carreta sólo es una reflexión de mi cerebro que no le gusta dormir pero que si le gusta molestar a la gente (esta vez ustedes fueron los elegidos) y hacer reflexionar sobre el contenido de lo que  se ve y se compra, para generar un publicidad más humana.

 

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