Evolución de la mujer en la publicidad 1890 / 2000
1890 a 2000
La imagen de la mujer se representaba con prósperas y abundantes mujeres en el campo. 1920: Se promueve la imagen de la mujer nacionalista. 1930:
Se utilizan imágenes femeninas positivas que motiven a la gente después de la gran depresión. Comienzan a usarse modelos curvilíneas. 1940: Se usa la imagen de la mujer para mostrar lo vulnerable y valioso que puede ser el país en caso que los ataques entren a EE.UU. 1950: La mujer tiene poder de compra limitado. 1960: La publicidad se abre al sexo la juventud y la liberación. La imagen de la mujer abre el espectro desde voluptuosa a sofisticada o hippie. La aeromoza es la imagen de la mujer moderna, trabajadora, sofisticada, pero realizando labores de servicio. 1970: El lugar de la mujer es la casa. No toman decisiones importantes. Se abre la publicidad a más grupos étnicos. 1980: Es el punto más alto de las mujeres como objeto sexual. Mujeres sexys anuncian productos diseñados para el hombre. 1990: La mujer se preocupa por su cuidado personal. Enfatiza el cuidado del cuerpo. 2000: La mujer es independiente, puede vivir sola y compra productos de consumo para su placer. Mujeres “inteligentes” anuncian productos para mujeres “inteligentes”.
En estos tiempos, es el respeto menospreciado que se les da a las mujeres, como también el que ellas mismas se retribuyen. Seguramente las principales causantes de esta falta, son en parte las mujeres que se “venden” como puro sexo, pero también son los medios de comunicación y los consumidores de estos “productos”.
Los medios, tanto televisivos, como gráficos, Internet y a veces hasta radiales, imponen modelos imposibles de igualar para mujeres que viven el día a día, que trabajan a fuera y a dentro de su casa, que tienen hijos, que estudian, que no pueden vivir las 24 horas del día en el gimnasio, ni haciéndose tratamientos de belleza, ni cirugías, etc.
En el caso de la publicidad, existen los estereotipos extremos (mujer sexual y mujer ama de casa) con los que se identifica a la mujer, y con los que supuestamente la mujer debe cumplir.
Ninguno de los dos son tan ciertos como se ven, pero sí poseen cantidad de características equitativas con la realidad que hoy acontecemos.