«Tiempo atrás, era difícil examinar los mecanismos que colocaban en juego el funcionamiento de los recuerdos, de los sentimientos y las emociones que describían a los consumidores.A partir de esta nueva era, el estudio proveniente de la neurociencia registra un avance que nos permite comprender y analizar los procesos que favorecen a la toma de decisiones, y por otro lado la conducta de las personas frente al consumo de bienes y servicios».

Se busca comprender cómo los sistemas sensoriales del nuestro cerebro codifican la información, es decir, cómo hace el sistema nervioso para traducir la enorme cantidad de estímulos a los que está expuesto constantemente un usuario.

Del marketing al neuromarketing

La actividad de marketing se baso en conocimientos procedentes de otras disciplinas, como la psicología, la sociología, la economía, las ciencias exactas y la antropología. Al incorporarse y fusionarse la neurociencia y la neuropsicología, se produjo una nueva disciplina, llamada neuromarketing.

Esta evolución trajo consigo el desarrollo avances en el conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro y a su vez, el desarrollo de novedosas metodologías para investigar y explicar los procesos clave de toma de decisiones frente al consumo de productos y servicios creando  su vez planes estratégicos en la compra y venta.

El neuromarketing desarrolla un conjunto de recursos de enorme valor para la investigación del mercado, posicionamiento, precios, comunicaciones y canales.

Neuromarketing en la práctica

Las metodologías que utiliza el neuromarketing son variadas y proceden, en su mayoría, del ámbito de las neurociencias.

Las neuroimágenes por ejemplo, permiten averiguar qué está pasando en el cerebro de un cliente ante los diferentes estímulos que recibe, brindando un campo de estudios mucho más potente que el que suministró el marketing tradicional.

Es interesante saber que en la actualidad, la mayor parte de los estudios con neuroimágenes se realizan en institutos especializados (países como Estados Unidos y Alemania) y sus resultados son de enorme utilidad para las empresas que quieran aprovechar estos beneficios.

Estas investigaciones demostraron también que los humanos no somos totalmente racionales en la toma de decisiones. Nuestro cerebro busca continuamente patrones con significado, incluso donde no los hay. Cuando recibimos estímulos externos mediante los sistemas sensoriales, el cerebro no sólo registra esa información, sino que, además, la procesa e interpreta.

Finalmente, este tipo de percepciones para los clientes no son reflejo directo de lo que existe a su alrededor, es decir, de la realidad objetiva, sino interpretaciones que realiza su cerebro sobre ésta. Por lo tanto el verdadero desafío es utilizar las herramientas que suministran las neurociencias para descubrir cuáles son estas percepciones y definir las mejores estrategias para llegar hasta ellos, seducirlos y fidelizarlos.

Fuente: http://www.mercadeo.com/

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