}Al principio no estaba muy segure, tenía miedo de perder, perder mi dinero o peor, mi energía. Con calma, nos empieza a enseñar sus artículos místicos, el cual fue como un sortilegio mágico que recreó la confianza a depositar mi cuerpo en ella.
Aunque al inicio intentamos parecer lo más natural posible, ya ella lo sabía, siempre lo supo, fue como si ella ya hubiera conectado con nosotros en el pasado y nos encontrábamos en el ahora.
Cuando unimos las manos o empezamos a leer las cartas, ella se detuvo y nos tranquilizó con un té, dijo asi van a tener miedo a su futuro, mejor ni miremos su presente” fue tan tranquila al explicarnos la situación que cuando terminamos nos sentíamos cargados.
Si bien ella comenzaba hablando de la energía como su forma de trabajo, nunca lo hizo de forma provechosa, utiliza, maneja y trabaja con las energías de las personas pero nunca se alimenta de ellas, todo su trabajo se basa en el respeto, en construir ese respeto a lo poco visto.
Ese día, conocimos a una mujer maravillosa, que nos hizo llorar, no porque nos haya hablado sobre nosotros con ayuda de sus cartas, la lectura de manos y del café, sino porque consiguió una conexión desde el respeto al arte oculto como ella lo llamó.