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LA COMPLEJIDAD DE LOS COLECTIVOS COMUNITARIOS DESDE EL POTOCINE: LA TRANSFORMACIÓN DE POTOSÍ A TRAVÉS DEL AUDIOVISUAL PARTIENDO DE LOS SUEÑOS Y LA DIVERSIDAD

CAMILO ANDRÉS PÉREZ IZQUIERDO (@Ufcapi.rw)

El cine comunitario es un medio para crear o contrarrestar una narrativa hacia una población o un territorio específico que los medios masivos no representan, sino perpetúan la injusticia social contra ellos. Por eso Gumucio Dagron propone el cine comunitario como forma de descolonizar de la identidad que genera memoria.

Potocine es la primera sala de cine comunitario de Ciudad Bolívar desarrollada, principalmente, por la organización Ojo al Sancocho y está ubicada en la frontera con Soacha en la cima de la montaña.

Es un espacio para ver cine, un lugar de encuentro entre diferentes y que no tiene como meta las películas que allí se ven, sino la transformación de la comunidad y del tejido social mediante los procesos de intercambio de conocimientos, fortalecimiento de la identidad y constitución de la memoria.

La sala de cine de Potosí: Potocine es el resultado de la pregunta de ¿es posible hacer cine con poco dinero? así mismo si se podía hacer con actores de la cotidianidad. Pensar esta pregunta desde Potosí, los hizo encontrarse con una historia de construcción colectiva en la vida comunitaria y barrial.

Allí fue donde quisieron emprender como organización que quisiera contribuir a esta historia de luchas colectivas por medio de la construcción de paz, la reivindicación barrial y la democratización del audiovisual.

La organización se gesta y comienza a desarrollarse, en la parte más arriba de la montaña, donde era un espacio de varios conflictos derivados del conflicto armado entre guerrillas, paramilitares, grupos estatales.

 

Ojo al sancocho empezó a trabajar con jóvenes, construye desde las diferencias entre ellos como individuos, grupos y entre distintas organizaciones. Los nuevos espacios de diálogo contrarrestan los escenarios violentos que afectan a diversos actores de la comunidad.

Ahora Ojo al sancocho, organización creadora del Potocine, se encarga de realizar su festival de cine comunitario anual y también coordina procesos pedagógicos relacionados con la creación audiovisual y de diversos temas de interés social dirigidos especialmente a los jóvenes, pero no limitados a ello.

El Potocine, se encuentra ubicado en Bogotá, en la localidad de Ciudad Bolívar, dentro del barrio Potosí, del cual recibe su nombre, el cine en particular se ubica en Cl. 81 Sur #42 a 81, Bogotá justo al lado del instituto Cerros del Sur ICES.

 

 

La ubicación geográfica es crucial para el desarrollo de una organización comunitaria ya que estas andan en una búsqueda constante de su reivindicación, que es muy propia dependiendo de la identidad desarrollada por la comunidad en el territorio.

También es importante la ubicación cuando es vista desde el centro y la periferia de Bogotá, pues esas zonas cuentan con unas características especiales derivadas en su mayoría del desplazamiento forzado por la violencia armada y estatal que únicamente perpetúa las condiciones de desigualdad e injusticia.

Al hacer un mapeo territorial de la organización podemos encontrar diversos actores que no tienen buenas relaciones o, por lo menos, no son estables. En el espacio de investigación del Potocine encontramos estas discordias, en su mayoría con diferencias ideológicas o fallas en la comunicación

Los factores en donde se gesta la organización comunitaria tienen mucho que ver con su desarrollo y gestión, aunque no es determinante. La gestión, según Ernesto Lamas, de una organización consta de 4 dimensiones que deben ser equilibradas para mantenerse con el mismo impacto social.

 

La dimensión político cultural consta de los objetivos y metas. Que este sea llevado correctamente implica su cumplimiento llevando a cabo la intervención social propuesta. Los objetivos principales de Ojo al sancocho son la democratización del audiovisual y romper estigmas hacia Ciudad Bolívar.

 

La dimensión organizacional comprende la forma en cómo la organización actúa y está estructurada internamente. Esto depende de la forma de comunicación interna y de las ideologías de la organización y se pueden constatar en organigramas o en el DOFA, etc.

La dimensión social es una de las más importantes porque esta conlleva la legitimidad que es dada a la organización por la comunidad a intervenir. Que la organización sea sostenible implica que también lo sea por el barrio ya que son agentes de respaldo para que funcione y se mantenga en el tiempo.

En un recorrido por los alrededores del Potocine entrevistamos a las tenderas cercanas, las cuales expresaban cómo la organización “había ayudado a los muchachos” y que los eventos “tenían una alta participación”. Al final todo con una connotación de satisfacción por la labor del cine y su aporte al barrio y a sus vidas.  

La última dimensión muchas veces se considera como la más importante, aunque como se ha dicho anteriormente todas las dimensiones deben estar debidamente equilibradas.

La dimensión económica tiende a ser complicada para las organizaciones sin ánimo de lucro, pero como dijo Daniel Bejarano en nuestra entrevista: “buscamos aliados estratégicos, aplicar a becas o emprendimientos, nosotros vamos a iniciar uno”. A modo de primicia esta última información para quien nos lee.

Los sueños son los que motivan el accionar de las organizaciones, no se deben perder aquellos primeros anhelos que conforman las utopías por las que se trabaja. Cuando se marca una proyección desde el futuro, simultáneamente se marcan una serie de decisiones políticas que son exigidas.

Ernesto Lamas dice que gestionar es transformar los sueños en realidades. Las organizaciones comunitarias deben pensarse desde una perspectiva integral que junte los sueños, objetivos, recursos, las necesidades y a la población sin perder nunca la diversidad para lograr la transformación social de derechos.

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