Por: Valeria Sandoval
Una de las seis regiones naturales de Colombia, está ubicada en el centro del país, limita al norte con la región Caribe, cuenta con uno de los ecosistemas tropicales de montaña más ricos y diversos del mundo. Posee la mayor riqueza de especies de fauna, con 8.900 kilómetros de longitud, es la formación montañosa más larga del planeta.
El lugar es un paraíso, lleno de árboles, abundante agua tan azul como el cielo, montañas con picos inmenso, y es aquí en donde frente a la cámara de un fotógrafo independiente, se acercó un tucán en un estado deplorable, no tenía su pico, y tenía una mirada llena de tristeza, el sufrimiento era evidente.
Estas son imágenes que a los ojos de un fotógrafo como Iván Valencia son imposibles de borrar, removió cada fibra de su ser esta escena y decidió desde entonces dedicar su carrera a exponer la industria del tráfico animal.
Aquí es entonces donde empieza la travesía.
Con Billy, un Oso de Anteojos que también estuvo al frente del lente de la cámara de Iván, Oso de más de 2 metros de altura y 130 Kilogramos, que desafortunadamente fue capturado por un traficante o mejor llamarlo un intruso en el paraíso de la Biodiversidad.
Y todo lo que parecía tranquilo en la Región Caribe Colombiana se torno oscuro, insípido, y de angustia constante para más de 10 especies que están en grave peligro de extinción, entre ellos Billy una víctima del tráfico ilegal, que cuando fue rescatado por las autoridades , tenía una mirada penetrante y llena de sufrimiento.
Había pasado por múltiples torturas, entre ellas todas sus garras habían sido desprendidas de raíz de cada uno de sus dedos.
Es por esto que la búsqueda de los derechos animales ha sido una constante lucha, ya que fue hasta el año 1978 que, la Organización de Las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y la Organización de Naciones Unidas aprueba que los animales tienen derechos que tienen que defenderse.
Pero esto no ha sido suficiente como relata Iván, que a lo largo de sus seis años dedicado a esta labor en Colombia, el tráfico de animales sigue estando en el tercer puesto debajo del tráfico de drogas y de armas.
Son los traficantes los que ponen en riesgo la diversidad de fauna colombiana, son deplorables las maneras en las que se traslada y se encuentran las especies, algunas no tienen varios de sus miembros afectando no solo su integridad física sino también su identidad.
No sabemos mañana el turno de desaparecer para que especie sea, ni con qué ecosistema acabará el ser humano, no sabemos qué deparará el futuro, duele mucho vivir en la incertidumbre.
El ser humano desde hace muchos años se ha considerado un ser supremo y superior a cualquier hábitat y todo lo que en esta se encuentre, pero ver registradas escenas como las del fotógrafo llenan de impotencia y dolor la realidad en la que se encuentran los animales.
Es por esto que personas como Iván Valencia seguirán poniendo su lente ante la realidad del daño humano al paraíso al que le están acabando los traficantes y las miles de vidas a las que está afectando.