Escrito por: Lina Castro
El nivel de frustración que he sentido una y otra vez es indescriptible, buscar métodos rápidos, dañinos e insostenibles para bajar de peso. Sí, para bajar de peso.
El nivel de frustración que he sentido una y otra vez es indescriptible, buscar métodos rápidos, dañinos e insostenibles para bajar de peso. Sí, para bajar de peso. Todo esto empieza a pasarme a los 19 años en la ciudad de Bogotá – Colombia, mi nombre es Maria Galvis y aquí les cuento como mi vida cambió de forma radical.
Me despierto, entro al baño, me ducho y posteriormente observó en el espejo que mis ojos comienzan a recorrer mi cuerpo con atención, en ese momento examinó que mi cuerpo empieza a cambiar.
Mis caderas se anchan, mis brazos crecen, mi barriga es cada vez más pronunciada, empieza a salirme una protuberancia debajo del mentón, aquí le decimos (papada), veo mi cara redonda, mis piernas con celulitis y empiezo a observar pequeñas estrías que salen de mi brazo derecho.
Empiezo a comprender que mis hábitos van modificando mi estructura corporal, cambiando no solo mi peso, sino también el modo en cómo me percibo.
La causa de mi sobrepeso se suma a la acumulación de varios hábitos, como; sedentarismo, exceso de carbohidratos, azúcares, altos niveles de estrés, entre otros. Había caído en este estilo de vida sin darme cuenta y esto es solamente el comienzo del análisis realizado a mi cuerpo en relación con mi subjetividad y la sociedad.
Por otro lado, dejé de salir, empecé a quedarme más tiempo en casa, las salidas y caminatas largas con mis amigos los sustituí por estar en familia compartiendo con mi hermana y mi mamá, adicional a esto, comencé a jugar Free-Fire, lo hacía desde mi celular, prefería quedarme en casa para poder jugar, para ese entonces era buena.
Seguía ahí, parada frente al espejo tratando de observar mi cuerpo con amor, pero lo único en lo cual pensaba era “estoy gorda”, en una sociedad que busca homogeneizar a las personas para segmentarlas en diversos públicos para su posterior manipulación, algunas veces lo llaman marketing (compra esto o aquello). Eso mismo hice en busca de una solución.
Decidí irme a almorzar, al llegar al restaurante la señora que siempre me atiende comienza a hablar conmigo, en la conversación resalta la temática para bajar de peso. Ella me cuenta su anécdota y me pasa un número en donde ella me dice que pida un tratamiento metabólico, yo procedo a realizar la compra.
Llegaron las pastas que “la veci” me recomendó, vienen tres tarros con unos papeles en ellos, traen una dieta específica que debo seguir. Así lo hago por un mes logrando mi peso ideal, pero al pasar el tiempo tuve el efecto rebote (me subí más de peso) y después comenzó a molestarme el colon debido a la alta proteína que contenía la dieta.
Posterior a ello, decido comenzar a hacer ejercicio, acompañado de una dieta y un quemador de grasa, pero sin darme cuenta el daño que me ocasiona el quemador, como generar ansiedad, pérdida del sueño, náuseas, dolor de cabeza, esté quemador es Lipodrene y sus efectos son la pérdida de peso. Esto tiene unos efectos bastantes nocivos para la salud.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad afecta en la actualidad a más de 2.800.000 millones de personas en todo el mundo, las cuales tienen una mayor disposición a desarrollar enfermedades cardiovasculares, metabólicas y articulares, además de psicológicas.
Quedan varias lecciones el primero, tratar los cambios corporales con amor para así no ocasionar daños buscando la inmediatez de un resultado físico. Comprender cómo la nutrición hace parte de un proceso de prevención y cuidado para evitar varias enfermedades y repercusiones a futuro. No se trata de tomar quemadores, hacer dietas extremas, sino de modificar hábitos dañinos y sustituirlos por conductas que cuiden de mi salud.
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