Carlos Mosquera ‘Blackie‘, Omar Celeita y Raúl Díaz se unieron hace más de 7 años para dar inicio a un proyecto que significaría, entre otras cosas, hacer realidad el sueño de iniciarse en el fútbol a muchos niños. No importan los recursos, lo importante es el corazón.
Todo partió de un ejercicio académico que iba a acercarme junto a mis compañeros a una primera labor de reportería mientras cursaba mi tercer y último semestre del curso de locución. Jamás nuestra idea giró en torno a reportar una situación que involucrara algún aspecto deportivo; lo que importaba era hacer el ejercicio y, en lo posible, hacerlo bien.
Días anteriores nuestro profesor, el locutor y actor de doblaje Omar Barrera, nos recomendó como objeto de reportería cubrir la historia de un embolador que con el fruto de su trabajo financia una escuela de fútbol dirigida a jóvenes con escasos recursos.
Los datos que nos suministró fueron la ubicación de su puesto y su gusto por la salsa, el resto debía realizarse por nuestra cuenta.
Así entonces, dos días después de obtener la información y de alquilar los equipos necesarios para realizar un proyecto de calidad (grabadora, cámaras y micrófonos), nos aventuramos a buscar el misterioso embolador.
Nuestro punto de encuentro fue el centro comercial Iserra 100, justo en la intersección de la Avenida Suba con Calle 100, siendo este un sitio que resultaba estratégico y relativamente cercano al lugar donde cada mañana se posaba nuestro protagonista.
Después de ir y venir logramos hallar el lugar, carrera 15 con calle 116, un pasaje comercial concurrido, pero poco popular; hombres en traje y mujeres en vestido, autos lujosos en el estacionamiento y pocos, muy pocos puestos de venta ambulante. En realidad, sólo uno, el de nuestro embellecedor de calzado.
Al llegar lo abordamos como cualquier cliente común, el que día tras día acostumbra a atender para lustrarle el calzado antes del trabajo. Después de sacar su cepillo y el betún, le comentamos nuestra verdadera intención, entrevistarlo y conocer su noble labor. Su nombre es Carlos Mosquera, pero le conocen en la zona como ‘Blackie’.
Su puesto es pintoresco y cómodo: silla con fina cojinería, grandes éxitos de la salsa ambientando y estampas de agrupaciones emblemáticas del género por doquier. La conversación se dio a la par del lustrado, 30 minutos que resultaron para nosotros una ilusión, pero los suficientes para conocer la información que buscábamos.
Blackie lleva 40 años como lustrador, pero más de 20 financiando proyectos deportivos enfocados en niños de escasos recursos. Sus cuatro décadas en el negocio le han permitido entablar amistad con quienes han resultado como los patrocinadores directos del proyecto.
Con ayuda de sus clientes consiguió obstáculos, balones y uniformes, lo esencial para promover el deporte en niños y jóvenes. Conocimos sobre su proyecto actual, Real Independencia, y su recorrido en la formación futbolística.
Tras finalizar su trabajo, supimos quiénes eran las personas que lo apoyaban: Omar Celeita y Raúl Díaz, dos entrenadores que junto a Blackie se propusieron promover el deporte en poblaciones marginales. Nos invitó a uno de los encuentros del equipo en el marco del torneo local en el que competían y nosotros, sin dudar, aceptamos.
Dos días después de nuestro encuentro con Blackie y de establecer contacto con Omar y Raúl, despertamos temprano un sábado para acompañar durante toda la jornada a la Real Independencia.
De extremo a extremo de la ciudad pasamos de su modesto lugar de entrenamiento en Ciudad Roma a las robustas canchas del Parque de la Florida, ubicadas en las afueras de la ciudad. Bajaron del bus y se posaron en la zona de traslado igual que las grandes estrellas cuando dejan el micro para entrar al estadio. Arengaron y en un solo grito saltaron al campo.
El rival que esperaba a los dirigidos por Omar, Raúl y Blackie era uno de los equipos de las divisiones menores de La Equidad, un contrincante que sobre el papel se posaba como favorito y que al final resultó concretándose .
¡Pitazo inicial! Los gritos se oían de banco a banco: indicaciones, marcas, desbordes y nuevos posicionamientos. Las bandas de la Real Independencia eran una autopista para los laterales de La Equidad quienes exprimían sin cesar a los defensores rivales. Hicieron valer su esquema, su físico portentoso y los diseños exclusivos de sus botines.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, ¡seis! y ¡¡siete!! En 60 minutos de partido (30 cada tiempo) La Equidad destrozó a la Real. 7-0. Los rostros de los niños eran una prueba fehaciente de lo sucedido en el campo; sentían que habían caído en la final del Mundial.
Luego de recomponerse ante la estrepitosa caída y de comer trozos de panela para recuperar energía, les preguntamos a los niños qué significaba el fútbol para ellos, quiénes eran sus ídolos y cuáles eran sus objetivos.
Soñaban ser como James y Neymar, anhelaban jugar en el FC Barcelona y prometían ganar una Copa del Mundo con Colombia. El brillo en sus ojos era incandescente, casi que ignorando haber caído horas antes por 7-0 contra uno de los equipos más fuertes de la liga.
Regresamos a nuestra casa y ellos a las suyas, tristes pero expectantes por jugar un próximo encuentro. La ilusión es su motor y su chasis son Omar, Raúl y Blackie, aquellos que posan su mirada en el fútbol de verdad.
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