Escrito por María Camila Pulgarín Pardo

La pandemia del Covid 19 modificó ampliamente las conductas de los humanos, sus pasatiempos, sus rutinas etc. Con esto claramente también se modificó la relación que tenían  las personas con los seres vivos con los que vivieron especialmente el 2020, los seres con los que se confinaron incluyendo plantas y mascotas.
Esto trajo consigo un fenómeno creciente que se llamó los “perros pandemia” la adopción o adquisición masiva de una mascota, que en otras palabras era una forma de lidiar con los retos que nos trae el estar encerrados viendo las mismas caras todos los días y muchas veces sin siquiera reconocernos.

Sin darnos cuenta las mascotas se convirtieron en un miembro más de nuestras casa  incluso nuestras oficinas y universidades (por ejemplo mi universidad adoptó un gato).

Detrás de tratar de entender este vínculo la científica Miho Nagasawa, de la universidad japonesa Azabu a través de un estudio logró comprobar que es un vínculo muy parecido al de una madre con su hijo/a, pues cuando el perro cruza mirada con su amo en ambos cerebros se libera oxitocina, una hormona relacionada con los vínculos maternos y paternos.
Entonces ¿Ya no son animales domésticos?. El vínculo evolucionó con la cercanía y se masificó, de hecho se les considera parte de la familia. Son vistos como seres que pueden sufrir de abandono, desprotección incluso maltrato, que en la mayoría de legislaciones es una conducta punible, es decir el estado debe y tiene la obligación de protegerlos.

Pero más allá del vínculo construido por el tiempo juntos, el fenómeno es la creciente ayuda de los animales domésticos convertidos en animales de compañía y principal apoyo emocional.

Igual que las mascotas las afecciones mentales se han masificado durante la pandemia, la ansiedad y la depresión empezaron a ser evidentes productos del encierro.
Estudios demuestran que la compañía especialmente de gatos y perros redujo ansiedad, estrés y depresión en los humanos, les ayudó a sentirse menos solos y a aumentar sus niveles de ejercicio; Esto debido a que logran bajar los niveles de presión sanguínea y como dicen coloquialmente  “son abrazables”.

En esa dinámica los animales se han convertido en un pilar fundamental para el funcionamiento de la vida de sus humanos, en mi caso específico tengo malos días pero en ninguno me permito no levantarme aunque no tenga ganas pues mi perro está pidiendo salir. 

En otros casos, ayudan a los dentistas a mitigar el miedo a los ruidos con los niños o incluso a superar traumas.

En términos más esenciales hablando de salud mental muchos animales han salvado vidas sin saberlo, su compañía le ha dado otra forma de pensar y relacionarse con las personas, sobrevivir a los efectos del encierro, el miedo, la presión etc.

Que las personas notaran el valor de la compañía animal especialmente en procesos donde se involucran traumas o crisis de salud, mental emocional y física, conlleva pensar en la mejor tenecia posible de estos animales, espacios aptos para ellos y sus necesidades, capacidad económica para solventar su comida y asistencia veterinaria.

Esto sin dejar de lado que es un animal y debe ser tratado como tal, pues contrario a lo que muchos piensan humanizar a los animales lo único que consigue es crear inseguridades en ellos, muchas veces estas se exteriorizan con agresividad o daños compulsivos en objetos del hogar y el entorno.
Es una relación de cuidado y afecto mutuo como todas las relaciones debe cuidarse y mantenerse sana para ambas partes, especialmente para las mascotas.

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