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Responsabilidad de una vida ajena

Por: Juliana García

Un asesinato, por tratarse de un evento inesperado, tiene múltiples consecuencias, existe una víctima fatal, pero alrededor de esta se encuentran afectados emocional y económicamente padres, hijos, hermanos y planes o proyectos que de manera colectiva o personal resultan gravemente perjudicados.

 

El caso donde de manera injusta muere Juan Manuel Torres, es uno de los tantos que ocurren a diario y que dejó gran huella a sus familiares, pues además de sufrir esta fuerte pérdida, los medios de comunicación, y especialmente todo lo que por consecuencia viene con las audiencias legales no permitió a su familia un duelo adecuado. 

 

El evento ocurrió en la calle 26 con carrera 100, muy cerca del aeropuerto, tras una fuerte discusión con un escolta que se encontraba circulando cerca al aeropuerto, afirma Publimetro en uno de sus portales web, describiendo el caso como uno más de la intolerancia de los habitantes de esta ciudad, que además tiene un tinte de abuso de poder.

 

Según Publimetro la víctima fue con algunos de sus compañeros de trabajo a tomar un tinto, cerca de donde se encontraba el escolta. 

 

“Se inició una riña y el hombre habría caído al suelo, ya estando ahí el escolta le propició otro disparo, la gente quería auxiliarlo, pero el escolta no permitía que la gente se acercara. El hombre que disparó tras cometer el crimen se sentó a seguir comiendo tranquilamente como si nada hubiera pasado” comenta un testigo entrevistado por City TV.

Sus familiares se encuentran completamente indignados por la forma que se llevó el caso, pues el escolta fue liberado a las pocas horas de ser capturado, por consideración del juez de garantías, quien no lo considero un peligro para la sociedad, siendo una contradicción enorme.

 

“Juan Manuel, era un padre amoroso, responsable, un ser humano servicial, amable y respetuoso, lo caracterizaba su jocosidad, lamenta que un gran acto de intolerancia fue el que le arrebató la vida” afirma Alexander Torres, hermano de la víctima, quien hoy pasa por un duelo difícil tras la pérdida de su familiar.

 

La tristeza profunda no le impide a Alexander luchar por justicia, él y otros familiares están haciendo lo imposible para que la verdad salga a la luz, pues a la fecha la justicia Colombiana no da respuestas o evidencia, acciones que indiquen el castigo justo para el verdugo de Juan Manuel.

Cada día existe una lucha silenciosa de su familia porque el actuar de la justicia Colombiana se presume podría estar viciada considerando, que existen variables que son motivo de investigación debido a la investidura del agresor y las características y documentos del arma con la que se cometió el asesinato. 

 

Aún es más difícil considerar la situación emocional y económica por la que atraviesa su esposa e hijo, Juan Manuel era el proveedor del hogar y el soporte afectivo dentro de su núcleo, sin importar los esfuerzos que debía hacer nunca su familia tuvo que atravesar dificultades económicas, situación que actualmente es totalmente diferente.

 

Es por esto muy grave que estos actos de intolerancia se continúen presentando, como esta situación somos testigos de muchas otras, lo que nos lleva a preguntar ¿Qué está pasando con nuestra sociedad?, ¿somos realmente conscientes del riesgo que todos nosotros podemos correr al transitar por la ciudad?

Debemos exigir que la justicia sea quien nos cuide y no a quien le temamos. No es justo que personas tengan que pasar por este tipo de situaciones, y es aún peor que los culpables no reciban las consecuencias merecidas.

 

Realmente existe un panorama oscuro ante la humanidad y el respeto de la vida del otro, un simple desplazamiento por las calles de Bogotá o compartir un espacio público con personas de diferente pensamiento u opinión se convierte en un riesgo para la integridad e incluso para la vida

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