Quijotadas – Otro niño víctima de la ignominia



Por: Javier Correa Correa

Otro niño, uno más, fue asesinado en Colombia. Esta vez, en un hotel del turístico municipio tolimense de Melgar. Otros mueren de hambre, en La Guajira, en el Chocó, en perdidos municipios de la geografía nacional, en capitales departamentales. Pero Gabriel Esteban Cubillos, el niño de cinco años murió, precisamente, a manos de su padre, Gabriel Enrique González Cubillos, quien le envió escabrosos mensajes a la madre, que se debatía en el horror de buscar al chiquitín, debido a que no había sido devuelto a la casa.

Pese a que tenía un prontuario de violencia intrafamiliar, el papá gozaba de permiso de ver al niño cada dos semanas.

No es el primer caso, pese a que ha habido una campaña para que se tomen medidas efectivas de protección. Con entereza y valentía, la periodista Alexandra Correa Solarte ha denunciado en repetidas ocasiones que “el sistema de protección infantil, entrega en custodias a hombres denunciados por violencia intrafamiliar, presunto abuso sexual”. En un llamado angustioso a los colegas, dijo que “es urgente que haya responsabilidad institucional en el caso de Gabriel, quien tenía protección desde agosto con la mamá”.

Imagen tomada de «Publimetro»

La comunicadora había divulgado el 29 de junio pasado, en Cuestión pública, un informe según el cual se reportaron “25 casos en los que mujeres aseguran que el sistema de protección infantil estaría separándolas de sus hijas e hijos, entregando custodia a sus padres, pese a que estos están denunciados por posible abuso sexual infantil y violencia intrafamiliar”.

En dicho informe, indicó que, en varias ciudades, “algunos funcionarios encargados de la protección de la niñez están denunciados por faltar a su deber y privilegiar los victimarios. Así mismo, llama la atención que estos funcionarios usen una teoría revictimizante, que fue acuñada por un médico estadounidense que defendía la pedofilia”. Según dicha teoría, de la “alienación parental”, “la niña o el niño no han sido víctimas de abuso, sino que han sido manipulados, generalmente por su madre, para decir que lo han sufrido y así, obstaculizar su relación con el padre”.

En el caso de horror de esta semana, Gabriel González Cubillos fue detenido por intento de soborno y no por asesinato del niño, pues no había sido emitida orden de captura. El asesino trató de sobornar a los policiales que lo interceptaron en un bus intermunicipal, cuando huía hacia el sur del país. Como señaló Rodrigo Noguera cuando todavía era rector de la Universidad Sergio Arboleda, en este país todo se puede “arreglar” y eso fue lo que trató de hacer el fugitivo.

Imagen tomada de «Red + Noticias»

Si la justicia comprueba que González Cubillos es el asesino, ningún juez puede dudar acerca de enviarlo a una cárcel, como se hizo con Rafael Uribe Noguera, a quien le aguardan décadas de reclusión tras demostrarse que había secuestrado, violado y asesinado a una niña indígena, llena de inocencia.

Que paguen su culpa personal, claro. Pero es la sociedad la que debe asumir que a las personas, en especial a los niños y niñas, hay que brindarles todas las garantías para que conserven la inocencia. Para que conserven la vida.

Porque una sociedad enferma, con un mal que la corroe por las entrañas, es capaz de generar casos de ignominia como el que acabó con la vida de Yuliana Samboní y de Gabriel Esteban Cubillos.

Y eso es lo que, sin palabras vanas ni eufemismos, tenemos que evitar. Por ahora, y como dijo un periodista en televisión después de reportar la muerte de Jaime Garzón, repito sin tapujos: “país de mierda”.