Radio Rumbo es un claro ejemplo de ello. En palabras de DeJusticia en su página web, “no sólo buscan a los oyentes como anunciantes o como sujetos que deben ser informados, sino que los interpelan como sujetos, como ciudadanos y como participantes de la información”.
En el 2020 Radio Rumbo tuvo que cambiar su parrilla de programación, trasladarse a las casas de cada uno de sus integrantes, además según la página de DeJusticia, debido a la pandemia hubo una pérdida de casi el 40% en la pauta proveniente de las empresas.
Tengamos en cuenta que estas emisoras se mantienen gracias a estas pautas, al ser una organización sin fines de lucro, tienden a acudir a instituciones que les generen ingresos para nutrir a la comunidad, aquella que a lo largo de la pandemia tenía necesidades básicas como la alimentación.
Otro ejemplo es Vientos Estereo que como lo afirma en la página web de DeJusticia, durante la pandemia “salían a recorrer las localidades en las que antes investigaban para sus reportajes y encontrar trapos rojos en cada esquina” Estos en símbolo de protesta porque no tenían qué comer.
Crear comunidad y acercarse al otro era fundamental para sobrellevar esta dura etapa. En este caso, la radio logró impactar, llegar a esos lugares y hogares, dar voz a aquellas dificultades que se presentaban y apoyar procesos de educación e información.