Hace algunos días estaba viendo un post en Instagram de una figura pública, una mujer que encaja perfecto en los prototipos sociales del “¡Cuerpazo soñado!”, los comentarios recaían a las comparaciones físicas, la manera en la que se critican entre sí, porque se está más gordo/a que otro/a o la inseguridad por no tener un cuerpo similar al de la foto.
En efecto, es normal ver cómo desde esta acción se inicia y se promueve la gordofobia, la repulsión hacia quienes sufren de exceso de peso no solo causa un daño psicológico en quien la posee, sino a quien se critica. En mi opinión, el índice de masa corporal es la métrica que rige la vida de muchas mujeres, causando un desgaste a nivel físico y mental.
“Entre más delgado el abdomen mejor, la grasa hace ver fea una persona” decía uno de los comentarios de la foto.
La buena nutrición, dietas, rutinas de ejercicio, dejan de hacer parte de un plan nutricional para estar bien físicamente, en la mayoría de casos lo último que importa es la salud desde que las medidas corporales se vean 90, 60, 90, o se aproximen a estas, lo cual no debería ser así.