¡La etnografía tiene un as bajo la manga!



Por: Tatiana García Rivera

Este escrito nace de una recopilación de unas entrevistas que hice a profesionales dentro del campo de las Ciencias Sociales de distintos lugares del mundo, para analizar algunos de los retos que tiene la etnografía debido al confinamiento por una pandemia. 

1 La etnografía tiene un as bajo la manga

El mundo atraviesa una situación que resulta complicada para muchos: la pandemia del Covid-19. Muchas de las dinámicas (en general) se ven obligadas a reconfigurarse para continuar en pie. Entretanto, desde la academia se mantienen los esfuerzos para estudiar esta situación que nos atañe a todos. 

Vemos cómo el papel del sujeto es pieza clave en el manejo de esta coyuntura; cómo el actuar de cada uno traza una vía de longevidad (en el mejor de los casos) o, por otro lado, una vía de fugacidad (en el peor de los casos) en cuanto al cuidado de la humanidad se refiere. Desde luego, es una cuestión que involucra a todas las ramas del saber, sin embargo, aquí quiero plantear los retos que enfrenta la etnografía con esta enfermedad infecciosa que cada día cobra miles de vidas

Desde México

“Si el entorno está caracterizado por una pandemia, entonces vas a generar tu trabajo etnográfico a partir de estas circunstancias”, explica el doctor en Historia y licenciado en Antropología Social Alejandro Moreno. 

Se subrayan un par de puntos clave que este doctor expuso. Al ejercer esta labor en medio de la Covid-19 debemos establecer la técnica de investigación a utilizar: “Observación, entrevista, historia de vida, etc”. Es interesante examinar la situación también desde preguntas como “¿qué tipo de sociedad va a surgir?” o, “¿cómo va a cambiar la correlación de fuerzas a nivel mundial, en mi país, en mi ciudad?”. Esto nos lleva a procurar adelantarnos a las consecuencias que esta pandemia puede traer, a echar un vistazo a futuro. 

Mas no se trata solo de observar lo que está fuera de cada territorio corporal, sino hacer autoetnografía tal como lo indica Alejandro Moreno: “¿Cómo me afecta física, emocional, espiritual, laboral, intelectualmente la pandemia?, ¿de qué tengo miedo?, ¿de perder a seres queridos?, ¿de morir?, ¿de que después de la pandemia todo va a cambiar: hacia dónde?”.

En todo caso, estamos en la era digital y, tal como lo señala este docente, por qué no hacer uso de esta. De acuerdo con los planteamientos de Moreno, podemos hacer etnografía basándonos en las redes sociales, también “a partir de información que me presentan los medios”, e incluso, hacer una que otra pregunta a las personas que tenemos en casa. 

“La clave de la etnografía es dar voz a quienes no la tienen, eso es lo que define su naturaleza, su función o su misión y podemos hacer etnografía en cualquier contexto” dice Alejandro Moreno. Al llegar a este señalamiento, es conveniente resaltar los impedimentos que por estos días atraviesan aquellas personas que debido a circunstancias económicas (principalmente) no tienen acceso a la tecnología. Ejemplo de lo anterior, son los niños que no tienen cómo conectarse con sus clases virtuales para mantenerse al día en medio de la coyuntura mencionada. 

Desde España

“Yo vivo en Madrid, ahora mismo estamos en el pico de la curva, está muriendo mucha gente a mi alrededor”, dice la antropóloga Ana Martínez.

Aquí, uno de los propósitos más importantes, es el de la reflexividad, ya que la situación del confinamiento resulta objeto de estudio perfectamente etnografiable, de acuerdo con las ideas de la antropóloga Ana Martínez. Para explicar mejor este punto, ella arriba en el hecho de tener en cuenta que quienes hagan etnografía son implicados directos en esta vivencia e investigadores a la vez. Por lo tanto, este proceso de análisis de lo cotidiano en tiempos de esta pandemia debe ser mucho más profundo y significativo.

Ahora bien, Ana Martínez también socializa el papel de la alteridad dentro de este proceso: “El otro, desde el punto de vista del virus, es un otro que puede alojarse en mí o del que puedo ser portadora”. Y complementa: “Hay una diferencia en la alteridad porque el otro soy yo mismo”. Así vemos cómo se presenta el reconocimiento y autoreconocimiento de cada individuo en otra vertiente de sí mismo; de un ser cognoscente frente al desarrollo del Covid-19 en su interior. 

De esta circunstancia, se manifiesta también la reconfiguración de las relaciones interpersonales y cabe preguntarnos ¿cuáles pasan a ser las profesiones fundamentales durante este proceso? “Ahora las profesiones esenciales son esas que tienen un contacto directo con personas”, dice Martínez. De la misma manera, no podemos dejar de lado cómo lo virtual se vuelve mediático en muchas culturas. Para ejemplificar, Ana señala su papel como docente al mediatizar a través de las aulas virtuales y, recalca que esa es otra forma de alteridad. 

2 La etnografía tiene un as bajo la manga

Ana nos guía hacia otro punto a resaltar en el caso de España: la pirámide de población invertida. Pero, ¿qué significa esto? Hace más de siete años esta pirámide se invirtió, según El Economista esto quiere decir que “Es más ancha por arriba -los de mayor edad- que por abajo -los niños” y, según lo que plantea la antropóloga Martínez esto reta aún más la supervivencia frente a la pandemia.

Como se ha dicho en algunos medios de comunicación como Deutsche Welle “Las personas de edad avanzada son las que corren mayor peligro. La tasa de mortalidad aumenta exponencialmente a partir de los 65 años, aproximadamente”. Sin embargo, según un análisis de la Organización Mundial de la Salud se debe tener todavía más presente que “Las personas mayores con enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial, enfermedades respiratorias crónicas y cáncer, corren mayor riesgo” según señala este medio de comunicación.

Por último, es pertinente señalar un hecho que resulta muy curioso. Ana expresa que, en España, se ha iniciado una dinámica de todos los días que reconoce el esfuerzo de las personas que dan la cara al problema y, de aquellos que ayudan al abastecimiento: “Les aplaudimos todos los días a las ocho de la tarde (…) el único contacto que tenemos con los que están en los otros balcones”. 

Desde Chile

“Si quieres investigar las costumbres de una comunidad equis, tu resultado cualitativo se verá afectado por el confinamiento”, afirma el sociólogo Alexis Cea.

No obstante, Alexis Cea señala que, pese a que esas costumbres o actividades diarias no se realizarán de la misma manera, estas nuevas dinámicas permiten también un trabajo investigativo de etnografía que arrojaría nuevos resultados. Esa se puede percibir como una de las cualidades de la etnografía: su adaptabilidad frente a cualquier situación. 

Al escucharlo, su voz transmitía mucha tranquilidad, y es precisamente eso lo que muchas personas necesitan en estos momentos: un profesional que les diga que esto aún no termina y que, tal como lo menciona este sociólogo chileno “Es una oportunidad para generar cambios estructurales en muchos sentidos”, ya que esta situación también afecta a personas que sufren de trastornos de ansiedad, según la BBC; puede resultar realmente complejo para ellos soportar la incertidumbre.

Alexis Cea señala otro aspecto relevante: La idea de que muchos oficios y actividades que antes te permitían recibir una ganancia como sustento, están pausados, o, en el peor de los casos, podemos imaginar que desaparecerán. Sin embargo, también surgen nuevos oficios y ocupaciones tal como lo señala este sociólogo: “Aquí en Santiago, con la revuelta social que hubo, muchos semáforos fueron sacados. Ahora hay personas que trabajan en labores de semáforo, como policía de tránsito. La gente les da una propina y con eso hacen un sueldo”. 

Esa reformulación de trabajos que plantea el sociólogo chileno resulta ser una de las opciones de estudio desde la etnografía. Eso sí, sin dejar de lado la condición en la que muchas empresas se encuentran debido al Covid-19 y el papel que deberán asumir de ahora en adelante. 

Desde Perú

“En el caso de Perú, para los antropólogos ha generado inconvenientes y dificultades el uso de la etnografía en su lugar de estudio (trabajo de campo) porque se han presentado distintas actitudes (respuesta) en cada grupo social”, es la preocupación del antropólogo Luis Alarcón. 

Pese a este panorama, el antropólogo señala que en un par de observaciones que ha hecho, encuentra que una de esas respuestas sociales es la resiliencia: “Un ejemplo claro son las comunidades nativas de la Amazonía peruana de la Provincia de Condorcanqui donde se localizan Awajún y Wampis” dice Luis Alarcón.

Con el ejemplo que se señala, Luis Alarcón indica que en ese tipo de contexto social es donde sí pueden llegar a pausarse las labores de campo por el confinamiento, pero también por precedentes sociohistóricos de desconfianza

Precedentes como enfermedades conocidas a lo largo de la historia; “A partir de la época del caucho y la migración de mestizos (Apach), se generaron enfermedades que nunca se habían manifestado en los nativos y se volvieron vulnerables” resalta Alarcón.

Debido a esta circunstancia del Covid-19 y, como lo ha hecho notar el antropólogo en mención, renace esa desconfianza que algunos pueblos indígenas han tenido frente al “hombre blanco” tal como señala un artículo de El País o a los “hermanitos menores” según indica un escrito de la Revista Dinero. 

3 La etnografía tiene un as bajo la manga

Desde Colombia

“Hay que ver cómo evolucionan las comunidades y cómo se adecúan a estas nuevas lógicas”, es lo que expresa el sociólogo Jose Tinoco.

Uno de los puntos que Jose Tinoco comparte con los demás profesionales (de los países mencionados anteriormente) es sobre cómo se adecúa el método etnográfico a las nuevas lógicas y desafíos que trae consigo este virus presente en todos los continentes. Eso en lo que respecta a la forma de aplicación del mismo. 

El sociólogo mencionado, insiste en la idea de que en esa reconfiguración es cuando sale a flote la autoetnografía, porque, “Los mismos actores son quienes deberían ocuparse de transmitir sus saberes y sus condiciones propias”.

La autoetnografía permite, entre otras cosas, analizar nuestra propia experiencia para poder entender la experiencia colectiva. Y, ciertamente, esa forma de hacer etnografía tal como lo indica Silvia Bénard es la que “reta las formas canónicas de hacer investigación”; nos permite “Convertir una experiencia intrínseca en parte de la investigación” tal como lo expresa el profesor Xavier Montagud en su texto Analítica o evocadora: el debate olvidado de la autoetnografía. 

Ha llegado el momento

Aquellos que hacen trabajo de campo se retan a sí mismos para reconfigurar y hacer uso de la autoetnografía en tiempos donde salir a la calle resulta riesgoso a nivel tanto personal como colectivo. La autoetnografía es el as bajo la manga de muchos de ellos, que buscan, ante todo, continuar con sus labores investigativas por el compromiso que tienen con el conocimiento y el saber. 

Una vez más se demuestra la adaptabilidad que tiene la etnografía (como método principalmente) en momentos coyunturales y de resignificación, además de dejarnos grandes reflexiones; de situaciones como esta (la pandemia que nos aqueja en pleno 2020) se refuerza la idea de la tríada (en unos casos puede ser dupla) que conforman: investigador, hecho a investigar y persona que narra ese hecho o coyuntura. De esta suerte, es como se hace evidente que unos narran mientras otros escuchan, así como unos están en performancia (en acción, en puesta en escena en la sociedad) mientras otros observan y toman nota.  

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