Impuesto a las gaseosas, pelea de pesos pesados en Colombia



Aplicarle un impuesto a las bebidas azucaradas ha generado fuertes enfrentamientos entre las entidades de salud, las empresas y sus consumidores. Y aunque los recursos obtenidos serían destinados a la creación de programas y proyectos que mejoren el sistema de salud en varias regiones del país, así como la construcción de acueductos para que el agua potable llegue a La Guajira, nadie parece estar contento con la medida.

 

 

La próxima Reforma Tributaria que vivirá el país será el escenario de un conflicto que apenas comienza entre las principales productoras de gaseosas y jugos artificiales, las organizaciones sociales en Colombia y aquellos que se consideran adictos o clientes frecuentes de dichos productos. El Ministerio de Salud, junto con 30 organizaciones de la sociedad civil, busca que se apruebe un impuesto a estos productos con el objetivo de disminuir su consumo y los índices de personas que padecen de obesidad y demás enfermedades no transmisibles.

Esta medida económica ya ha sido adoptada en más de 70 países, siendo México el ejemplo más cercano, donde el 25% de su población consume 3.072 calorías diarias, mientras que la Organización Mundial de la Salud –OMS- recomienda que deben ser 2 mil.

Pero parece que las consecuencias en el comercio sí son negativas, ya que Santiago López, director ejecutivo de la Cámara de la Industria de Bebidas de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia –Andi- aseguró que el efecto en el consumo de calorías fue prácticamente nulo, mientras que en las empresas se registró una pérdida de más de 10 mil puestos de trabajo, cierre de 30 mil tiendas y una mayor afectación a los de escasos recursos, ya que conforman el 62% de dicho recaudo de impuesto.

Esperanza Cerón, vocera de la ‘Alianza por la salud alimentaria Colombia’ es una de las que apoyan la iniciativa del Ministerio de Salud para aplicar este impuesto en las bebidas azucaradas, considerando que la forma más rápida para desestimular su consumo es atacar directamente el bolsillo de los colombianos. “Queremos que disminuya la compra de estos productos y a su vez reducir los índices de personas que padecen de enfermedades no transmisibles como la obesidad, hipertensión, diabetes, entre otras”, dijo.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia –ENSIN- de 2010, realizada por Profamilia, el Instituto Nacional de Salud, Bienestar Familiar y el Ministerio de la Protección Social, el 51% de la población adulta y el 17% de la población infantil sobrepasan los límites de pesos saludables, entrando en el margen del sobrepeso, siendo el 40% de los hombres y el 62% de las mujeres las que presentan obesidad abdominal.

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“Sí, es un impuesto más y aunque parezca extraño, es algo que nos va a ayudar a nosotros como consumidores y a las poblaciones más alejadas. A nosotros porque vamos a disminuir en la compra de las bebidas azucaradas, y a las poblaciones porque con lo que se recaude se buscará mejorar la atención en salud y servicio de agua potable en varias regiones de nuestro país”, explicó a Aula y asfalto Cerón.

En contraste con las declaraciones del referente de la Andi, Cerón precisó que “no hay forma de afectar a los tenderos y vendedores de estos productos, ya que un estudio de dicha entidad reveló que los jugos y las gaseosas no hacen parte de los 50 productos más vendidos o rentables del mercado para un comerciante”.

El impuesto a las bebidas azucaradas hace parte de la categoría de ‘impuestos saludables’ de la OMS, donde también están los ya aplicados a la comida rápida, tabaco y bebidas alcohólicas. Se aplica únicamente si cada país se compromete a conformar una canasta básica de salud alimentaria de 40 productos nacionales de producción campesina familiar exenta de impuestos, con lo cual se busca que todos consuman alimentos saludables.

El precio es el cómplice

¿Cómo es posible que hoy en día una botella de agua sea más costosa que una bebida azucarada procesada? Así como en algunos países del mundo en los que la champaña es más económica que este importante y vital líquido, parece que la industria nacional se ha actualizado en este sentido para incrementar los índices de venta de forma exponencial.

En una tienda tradicional colombiana, una botella de agua oscila entre los $1.500 y $2.200 pesos con un contenido de 300 mililitros, mientras que los jugos en caja y gaseosas pequeñas van desde los $700 a los 1.200 pesos, dejando un margen casi del 80% entre el jugo/gaseosa más costoso y una botella de agua de marca reconocida.

Además a los bajos precios hay un elemento vital de las empresas, y es la publicidad en los medios de comunicación y en los medios orgánicos como lo es el voz a voz. En ambos casos los más perjudicados son los menores de edad, quienes creyendo que serán campeones o mejores que las estrellas de fútbol, les piden a los padres que les compren dichos productos “el colombiano prefiere un litro de gaseosa y no un jugo natural por culpa de la publicidad, encargada de crear un ambiente obesogénico estimulada por la promoción de imágenes y mensajes”, resaltó Cerón.

Colombianos maleducados

Hay una pandemia que cada vez toma más fuerza en el territorio colombiano. Se trata de la “doble carga nutricional”, la cual se presenta en aquellos hogares donde la mamá sufre de sobrepeso y el bebé de desnutrición.

Los departamentos con el índice más alto de registro de la doble carga nutricional son Nariño, Cauca, Amazonas, Vapués, Guainía, Boyacá, Magdalena y La Guajira con un registro que varía entre el 16.4 por ciento y el 34.6 por ciento. En cada uno de ellos, las personas de estrato 1 son las más afectadas, ya que las madres no tienen acceso a la información correspondiente a temas relacionados con nutrición y cuidado de sus hijos, por lo que no cuentan con las herramientas para evitar ser víctimas de este problema social.

Ema Hernández, nutricionista colombiana, reafirmó lo anterior diciendo que “todo depende de la educación que tenga la madre y su hijo. Si una mamá le da jugos y gaseosas al niño o niña, ellos van a preferirlos por encima del agua que no tiene sabor y una sustancia que los convierte en adictos”.

 

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Actualmente la población colombiana consume a diario un 33% de alimentos saludables como las verduras, entendido en un rango de los 8 a los 50 años de vida, mientras que en la población más joven los índices de consumo de comida chatarra es del 34,2% entre los 14 y 18 años.

A esta conducta, parece que Hernández le tiene una explicación razonable ya que “parece que la mala educación alimenticia de los colombianos se basa en la pereza. Es más fácil acceder a un paquete de comida y a un jugo envasado que preparar una buena comida o hacer un jugo de fruta natural”, destacó.

En cuanto al uso del azúcar blanca o morena, la nutricionista recordó que hace el mismo daño, así sea aplicada en un jugo de fruta natural “al ser refinada hace el mismo daño. Lo aconsejable es utilizar stevia, endulzante que anda de moda hasta que algún estudio médico no demuestre que es perjudicial para la salud” concluyó la nutricionista.

Intereses por encima del bienestar

La Superintendencia de Industria y Comercio le ordenó a la Asociación Educar Consumidores sacar del aire un comercial de televisión, en el cual se hacía alusión a las repercusiones en la salud humana por el consumo de bebidas azucaradas como las gaseosas, jugos en botella y el té helado.

“Para la Superindustria, la pieza publicitaria contiene afirmaciones de carácter objetivo que, al parecer, no cuentan con soporte científico o médico que permitan demostrar la veracidad de las consecuencias nocivas que según el comercial de televisión se derivarían directamente del consumo de ciertas bebidas con azúcar”, puntualizó la entidad por medio de un comunicado.

En el video el narrador decía lo siguiente: “tomas un jugo embotellado por la mañana, un té helado a medio día, una gaseosa con la comida y un par más en la noche. Parece algo inofensivo pero todas estas bebidas azucaradas en un solo día suman mucho azúcar adicional que puede provocarte grandes problemas de salud, incluyendo la obesidad que causa diabetes, enfermedades del corazón y algunos tipos de cáncer. No te hagas daño tomando bebidas azucaradas, mejor toma agua, leche o aromática sin azúcar, cuida tu vida, tómala en serio”.

La supuesta falta de argumentos científicos, de acuerdo con el reclamo de la Superindustria, es que en el video se utilizó como medida técnica ‘la cucharadita’, la cual “no es exacta, ni determinable, ni comprensible, ni mucho menos aceptado como unidad de medida en el Sistema Internacional de Unidades que rige en el territorio colombiano”.

Otra de las faltas que señalan es el uso de “imágenes de alto impacto visual de lesiones o enfermedades del corazón, obesidad, cáncer, entre otras, producidas presuntamente por el consumo de bebidas azucaradas sin que, al parecer se tenga certeza sobre la relación que tienen las mismas con el consumo de azúcar sugerido en el comercial”. Por todo lo anterior, la Superindustria le aplicaría una multa de $689’455.000 millones de pesos, equivalentes a mil salarios mínimos mensuales legales vigentes.

Caso de la vida real

Luz Neffa Pinillos es una colombiana de 59 años que comenzó a consumir gaseosa desde los 17. Su primer contacto fue con una de 350 mililitros, cantidad que le bastaba en ese entonces para satisfacer su necesidad de tomarla. En la actualidad va por los 3 litros y contando, los cuales son distribuidas en cada una de sus comidas diarias y en envases pequeños cuando debe salir a cumplir con sus diligencias.

“Yo comencé a incrementar la cantidad de gaseosa diaria porque tiene algo que la hace adictiva. Siempre debo tenerla a mi alcance, así que cuando salgo me llevo una botella pequeña entre mi cartera”, detalló Pinillos, quien añadió que su preferencia por la Coca Cola y no otra gaseosa es por “sus propiedades para refrescar la garganta cuando se padece de sed”.

Para ella, cliente frecuente de esta bebida, el aplicarle un impuesto a las bebidas azucaradas sería grave, debido a que aún sin él, el precio de la Coca Cola es alto en el mercado colombiano “incrementarían los gastos diarios, pero sería bueno porque esta gaseosa no es buena para la salud”, observó.

En una ocasión intentó dejarla al reemplazarla con agua, pero la adicción no le permitió avanzar más allá de los tres días en los que no bebió una sola gota de gaseosa “mi familia me critica constantemente porque mi salud corre peligro. Lo bueno es que hasta el momento mi azúcar está en niveles óptimos”, apuntó.

Finalmente deja un mensaje claro “por favor, no les den gaseosa a los niños. Los jugos naturales son lo mejor y eso es lo que estoy inculcándole a mis nietos en sus hábitos alimenticios”, concluyó.

Por Sergio Ospina y Ángel Santiago

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