Al Son de la Música Venezolana



Por: Michelle Calderón Ruiz

En las actuales tardes lluviosas de Bogotá, el Transmilenio se abarrota totalmente, más los trancones eternos crean una atmósfera de molestia o exasperación. La música es para muchos una forma de diversión, de distracción y de comodidad; hace de nuestro camino algo menos mortificante. La música folclórica no entra en la playlist de muchos, sin embargo, alguna vez hemos escuchado este género. El éxito folclórico propio de cada reunión familiar “Cómo no voy a decirlo” del artista Venezolano Luis Silva; una canción romántica que nos transporta a los llanos.

Pues uno de los repertorios de Arquímedes Batista es esta hermosa canción, de 29 años de edad y 6 años de inmigrante en Colombia, es una persona de mezclas musicales, ve en la música una forma de sacar sus emociones, de tal modo que puede escuchar desde rock pesado hasta vallenatos románticos. Cantar joropo y después una canción pop. Va de la mano con su tradicional instrumento el cuatro, acompañado de amigos o familiares. Maravilla a los bogotanos desde las calles o el transporte público con canciones folclóricas de su país natal Venezuela. No obstante, ¿Qué lo trajo aquí? ¿Por qué trabaja de esta forma? ¿Cuál es su historia?

Arquímedes viene del estado de Barinas, quienes poseen como en Colombia grandes territorios de los maravillosos llanos, en su caso occidentales. Su padre y su abuelo son músicos, así que desde pequeño tuvo una gran influencia musical, a los 4 años cantaba en cada lugar que visitaba. A los 11 años, tomó en serio la decisión de formarse como músico. En Venezuela apuestan un poco más por la música, de esta manera, tuvo la oportunidad de asistir a la Unidad Educativa Nacional Talentos Artísticos, lastimosamente ya cesaron sus actividades.

Allí tuvo profesores que lo sumergieron de lleno en sus gustos. Además él explica que en los primeros años de bachillerato (que son primero, segundo y tercero) hacen un recorrido por las diferentes habilidades culturales tales como las artes plásticas, música o teatro. De esta forma cuando llegaban a cuarto y quinto se especializan en la disciplina con la que tenían afinidad, graduándose con el título de su especialización.

Adicionalmente, en el primer año se hicieron audiciones para la Orquesta Sinfónica de Venezuela, a pesar de tocar un instrumento tradicional, Arquímedes fue seleccionado. Esto fue maravilloso para él, puesto que los que ingresaban debían ser muy talentosos, además con un instrumento como el cuatro sus posibilidades eran limitadas, sin embargo pudo adaptar la música folclórica a los temas de la sinfónica.

Estudio en el liceo de lunes a viernes, a la par que estudiaba en la sinfónica en Caracas, los fines de semana. Desde los dieciséis años hasta los veintitrés, tuvo la oportunidad de tocar con la sinfónica, asimismo recorría diferentes países de Latinoamérica como Ecuador, Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Cuba, igualmente pudo salir de América para aventurarse a España, Bulgaria y Turquía. Fue posible para él, aprender pedagogía en la sinfónica, para luego, enseñar a un gran número de niños en Alma Llanera.

No obstante, Venezuela tuvo una gran crisis económica por la baja de precios en el petróleo, por ello en 2016, Arquímedes, junto a un amigo, deciden salir de su país para estar 15 días en Colombia, mientras los colegios estaban de vacaciones. Llegan de forma legal desde Arauca a territorio colombiano, a las 8 a.m. llegan a Bogotá, se instalan en un hotel de la localidad de Venecia. Su amigo le sugiere que trabajen en Transmilenio, ya que había trabajado antes allí y en promedio podrían ganar hasta 45.000 pesos colombianos. De este modo, a las 10 de la mañana de agosto del año 2016, empieza su aventura en el transporte público de la capital.

Los primeros días fueron muy difíciles, ya que nunca imaginó hacer esto, a pesar de su soltura como músico la pena de estar allí se hizo presente. Pensando en el bienestar de su familia, al igual que en el dinero que llevaría a su hogar, se armó de valor y junto a otros amigos compartieron su talento con los pasajeros. Las personas fueron muy amables con él, además cada día tuvo buenas ganancias. Cuando estaba por terminar su estadía, recibe la llamada de su esposa dándole la sorpresa de que estaba embarazada.

Por esta razón, decide continuar su estadía por 6 meses más, ya que en su país natal a pesar de tener un trabajo junto a un dinero mensual, no había productos de primera necesidad. Con un bebe en camino, la solución viable era estar un poco más de tiempo aquí. Cuando pasaron los 6 meses, su esposa vino a Colombia, gracias a que todos sus papeles estaban en orden. Cuando llegó el momento de dar a luz, el Sisbén y su estado de inmigrante, contribuyó a que el estado pagará todos los costos de la hospitalización. Por ende, su hija nació con nacionalidad colombiana.

Pasan dos años más y su familia decide venir a Colombia. Acompañado ahora de su padre, escucha que en los restaurantes del sector de Plaza España también se consiguen buenas ganancias. El dúo se anima a trabajar en los restaurantes de corrientazos y comida gourmet, para darse la tarea de alegrar a los habitantes del sector, los fines de semana. No obstante, la vida da muchos giros, uno de ellos llega en el 2020 con la pandemia del Covid 19.

Arquímedes cumple con la cuarentena durante un mes, pero como a todos, las facturas, las deudas, el arriendo y la comida tocaron la puerta; gracias a iniciativas de organizaciones como la ONU favoreció a los inmigrantes, distribuyendo mercados a las diferentes familias. Arquímedes al recoger uno de estos mercados se da cuenta que los trabajadores de Transmilenio se habían insertado nuevamente a sus oficios, obviamente había pocas personas, aparte todos estaban asustados de ser un contagiado más.

Por casualidad, un conocido le comenta que, frente a edificios de barrios de clase media o alta, hay más posibilidad de conseguir dinero. De esta manera, junto a su padre se arriesgan a la calle, llegando al barrio de Suba por la 116. Allí cantan unas cuantas horas, pero el dinero no llega. Resulta que estaban frente a un geriátrico, sus habitantes no podían ni asomarse. De todas maneras, hubo personas que salieron y los ayudaron.

Amigos mariachis les recomiendan que vayan a la Av. Esperanza, por los edificios residenciales. Debido a la cuarentena muchas personas estaban asfixiadas en sus hogares. Al escuchar tanta variedad de música, los residentes se emocionaron, llegando al punto en el que las personas desde sus apartamentos en los pisos 15, 18, 20, etc. Lanzaban monedas o billetes atados a algún alimento, el valor podía llegar hasta los 50.000 pesos colombianos.

La pandemia no fue un factor destructor en la vida de Arquimedes, puesto que la bondad de los bogotanos lo sostuvo. Sin embargo, debido a lo provechoso que se convirtió la labor en la calle, muchos artistas llegaron a estos lugares hasta con tarimas junto a grandes bafles. Por supuesto esto incomodó a la comunidad y el show tuvo que finalizar.

En la actualidad sigue su labor en Transmilenio, pero, hace poco su familia se devolvió a Venezuela, quedando él junto a su esposa e hija. Su esposa tiene un trabajo estable, sin embargo, él se encarga en las mañanas de obtener un diario, para luego recoger a su hija en el jardín y cuidarla. También trabaja decorando velas de cumpleaños, recuerdan esas velas extrañas de emoticones o cervezas, bueno él se encarga de decorarlas.Ahora bien, como dato adicional, Arquímedes sabe tocar el cuatro, la guitarra, el ukelele y el violín.

Su propósito es que para el 2023 se pueda devolver a su país de origen, puesto que extraña su territorio. Piensa en su bienestar emocional, el cual añora con locura sus tradiciones. Nos deja como reflexión el cuidar, así como no degradar nuestros orígenes, ya que la vida da muchas vueltas, tristemente no estamos exentos de nada. Un día puedes estar en tu mejor momento, pero al siguiente debes emigrar.

La magia de la vida es disfrutar de lo que tenemos. Muchas veces despreciamos nuestros orígenes, comparándonos con otros países, sin embargo, hay muchos encantos escondidos en lugares de los que no sabemos ni el nombre, eso es lo que debemos buscar y quién sabe tal vez nos podemos enamorar. La realidad es difícil, la opción de irnos no lo niego es encantadora, pero he comprendido que no todo está perdido. Nuestro país tiene muchos baches, pero es nuestro deber encontrar la forma de asfaltar el camino. Para finalizar, les dejo su canal de YouTube para que lo sigan, al igual que escuchen su música en: ArquimedesBR.

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